Aprender a quererse a uno mismo es fundamental. Esto es algo que todo el mundo sabemos, pero ¿cuántos lo practican? En la teoría todo es muy fácil pero a la hora de practicarlo la cosa se complica. Hay otras prioridades antes que requieren de nuestra atención o simplemente no sabemos cómo se hace para querernos a nosotros mismos.
Es cierto, que no existe un lugar donde se pueda aprender a quererse. Esto lo deberían enseñar en los colegios desde pequeños junto con matemáticas o idiomas.
En este artículo, te voy a dar las claves para aprender a quererse. Para que puedas ponerlas en práctica y subas tú autoestima.
¿Qué significa quererse?
Si ahora mismo pensases en un ser querido ¿de qué forma lo quieres? ¿Le dedicas tiempo y cuidados o pasas de él/ella? ¿Le juzgas por las cosas que hace o eres comprensivo/a? Si se equivoca, ¿le criticas siempre que puedes o le perdonas?
Ahora bien, si todo eso lo hiciésemos con nosotros mismos, nos estaríamos queriendo. De eso se trata quererse a uno mismo. Y el primer paso es amarnos incondicionalmente y aceptarnos tal cuál somos. Esto también incluye cambiar ciertas cosas para evolucionar.
Cuando empiezas a amarte, sabes cómo amar a los demás.
Quererse implica:
– Darse la oportunidad de descubrir nuestro potencial.
– Querernos y respetarnos tal cual somos.
– Dejar de compararnos, juzgarnos y criticarnos a nosotros mismos.
– Ser honestos con nosotros y con los demás.
– Saber que ponerse el primero no significa egoísmo, sino amor propio.
Cómo aprender a quererse.
1-Entender el amor propio.
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Riesgos de no saber quererse.
Es importante que conozcas cuáles son los riesgos de no tener amor propio. Normalmente, suele estar vinculado a una baja autoestima y esto puede hacer que tomes malas decisiones y que te auto-sabotees tanto a nivel inconsciente como consciente.
Cuando no se tiene amor propio, podemos caer en alguna dependencia dañina para obtener su validación. Cuando esto ocurre, se dejan de lado las propias necesidades para obtener la aprobación de los demás.
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Efectos de los comentarios externos.
Hay que saber que los comentarios de los demás tienen un efecto importante en nosotros. Sobre todo, de las personas que nos importan.
No se puede practicar el amor propio dentro de una burbuja. Somos seres sociables e interactuamos constantemente con nuestro entorno. Es por ello, que debes lidiar con las críticas y negatividad de las personas que hacen nuestro entorno (padres, hijos, pareja, jefe/a, amigos/as, etc.).
Aquí es importante que no le des el poder de hacerte sentir cómo ellos quieren. Eso solo te corresponde a ti. De lo contrario, perderás el control sobre tus emociones.
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Olvídate de las máscaras sociales.
En muchas ocasiones nos ocultamos tras una máscara para imitar a los demás y no ser señalados por ser distintos. Una cosa es respetar las normas sociales y a la cultura de donde vives y otra muy distinta es convertirte en un clon más.
Piensa, si todos fuéramos iguales, ¿qué motivaría a que conociésemos gente nueva? La chispa que hay en conocer a gente nueva es que es distinta y eso nos hace ser genuinos.
Por ello, muéstrate tal y cómo eres. Es muy típico decir que no le vas a caer bien a todo el mundo, pero es cierto. A ti te toca lidiar con esa posibilidad y aceptar ese rechazo.
2- Mejorar tu voz interna.
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Cambia las creencias negativas que tienes sobre ti mismo.
A lo largo de nuestra vida, recibimos muchos mensajes de la sociedad y de personas importantes para nosotros sobre cómo debemos ser, creer y sentir. Esto va creando nuestra voz interior, nuestra conciencia.
El problema surge cuando hemos recibido una gran cantidad de mensajes negativos sobre nosotros mismos o nos hemos ido quedando solo con éstos.
Por ello, es fundamental que te deshagas de tus creencias negativas y limitantes.
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Evita el perfeccionismo.
No hay que alcanzar en todas las cosas que hagamos un 10. Piensa por un momento si fueses profesor/a o si tienes o tuvieses hijos. ¿Les exigirías en todas sus asignaturas que obtuviesen la máxima puntuación siempre? Seguramente no.
Y si no consiguen siempre esa máxima puntuación, ¿los castigarías o machacarías? Tampoco.
Entonces, ¿por qué contigo mismo/a sí lo haces?
Debemos permitirnos no alcanzar siempre la perfección porque habrá en muchas ocasiones que no sea necesario o nos cause daño y culpa si no llegamos a conseguirlo.
Puedes hacer dos cosas para cambiar esto. Por un lado, bajar las expectativas que tienes contigo mismo/a. No se trata de conformarse y no ponerse retos. Si no hacerlo de forma alcanzables.
Y por otro lado, centrarte no en cuantificar el resultado sino en cualificar el esfuerzo realizado en la tarea. Esto hará que valores como corresponde tu buen trabajo.
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Pierde los miedos y ataduras.
Quererse a uno mismo implica también conocerse mejor. En el momento en el que sabemos quiénes somos, podremos aceptarnos y empezar a querernos con nuestros defectos y nuestras virtudes.
Enfrentarnos a nuestros miedos nos ayudará a liberarnos de la presión por fracasar. Aceptar que si ocurre, seguiremos adelante y aprenderemos una lección en lugar de vivir siempre con el miedo a que fracasemos. Es entonces cuando se produce nuestro máximo desarrollo personal.
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Evita la queja.
Quejarnos de algo tiene una función. Saber qué es lo que no nos gusta para cambiarlo. El problema viene cuando nos quejamos de forma contante y sin cambiar nada.
Muchas veces nos recreamos demasiado tiempo en la queja y esto hace que veamos todo bajo un filtro negativo donde pasa desapercibido todo lo bueno que nos ocurre.
Aprender a quererse también implica saber cuándo, dónde y a quién quejarnos.
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Reescribe tu diálogo interno.
La forma en la que pensamos es una acumulación de todo lo que hemos ido escuchando o leyendo a lo largo de nuestra vida, desde la infancia hasta ahora. Es algo que tenemos automatizado.
Lo primero es darse cuenta de si estamos teniendo un pensamiento negativo. Si es así ver si lo que nos dice es cierto o no. Si no lo es, reformúlalo para que sea útil y cierto.
Un ejemplo: Estás en la cocina y mientras cocinas se te van cayendo varias cosas. Puedes pensar: “¡Qué torpe soy, siempre se me cae todo!”
Lo podemos cambiar por otro menos hiriente y más útil: “Hoy estoy un poco torpe, voy a trata de hacer las cosas más despacio y tranquila”
Parece algo muy simple, pero si vas cambiando cómo te hablas, ayudarás a incrementar ese amor propio que buscamos. Esta es una forma muy importante para aprender a quererse.
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3-Aprende a escucharte.
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Hacer las paces contigo mismo.
Para aprender a quererse es fundamental soltar lastre, es decir, deshacerte de todo aquello que he ido acumulando en años y que me impide verme como realmente soy.
Y una vez lo haya eliminado, es hora de aceptar que nos hemos maltratado en muchas ocasiones.
Hay que perdonarse por todas las críticas que nos hemos realizado a nosotros mismos, por sentirnos culpables cuando no lo éramos, por infravalorarnos y por todas las veces que nos sentimos insuficientes.
Cuando haces las paces contigo mismo/a es un punto de liberación, te quitas un peso de encima y puedes dejar hueco para todo lo bueno que vas a valorar a partir de ahora.
Ten en cuenta que vas a vivir toda la vida contigo mismo/a, qué mejor que seamos nuestro mejor aliado/a y amigo/a.
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Escúchate y respétate.
Nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestros pensamientos nos hablan constantemente. Debemos aprender a escucharlos porque de esta forma estaremos en un equilibrio sano con nosotros mismos/as.
Acepta que es lo que quieres, lo que necesitas y lo que sientes. No huyas de ello porque se acumulará y te perseguirá.
Vívelo como algo natural. Puede que ciertas emociones, pensamientos o dolores físicos no sean agradables pero están diciéndote algo. Tu misión es saber interpretarlo. Y qué mejor que tú mismo/a para hacerlo. Nadie más puede saber tan claramente lo que necesitas más que tú.
Y cuando lo descubras, acéptalo y respétalo. Date el tiempo y el espacio que necesites y lucha por tus sueños.
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Sé compasivo/a contigo mismo/a.
Lo mejor para quererse a uno mismo es ser compasivo/a. Cuando eres compasivo/a dejas de juzgarte y culparte porque comprendes lo vivido, las emociones que tienes y el sufrimiento que conlleva.
Cuando se es compasivo/a, aunque cometamos algún error somos capaces de ver que hemos hecho todo lo posible y no recurriremos ni a la culpa ni al autocastigo. La compasión es el sentimiento que lleva al amor incondicional.
4- Ejercitar el amor propio.
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Haz una lista con tus fortalezas y reflexiona sobre ellas todos los días.
Normalmente suele costar más enumerar características nuestras positivas que negativas. Las negativas nos sale de forma automática mientras que las positivas tenemos que pensarlas y no suelen salir gran cantidad.
Esto no significa que no las tengamos ni que tengamos más negativas que positivas. Más bien, es en la forma en la que nos han entrenado para pensar y sentir.
Reconocer nuestras debilidades o aspectos negativos suele ser visto como algo honesto y humilde. Mientras que presumir de las cualidades positivas se suele ver como prepotencia o superioridad.
Nada más lejos de la realidad. Ambas partes son necesarias para tener una buena autoestima, que no es más que nuestro amor propio.
La lista que hagas, debe ser lo más específica posible. En lugar de utilizar adjetivos generales, menciona acciones o atributos específicos que describan quién eres y lo que haces.
Conforme vayas leyendo y reflexionando tu lista, recuerda que cada elemento, por insignificante que pueda parecer, es una razón de que eres digno/a de respeto y amor.
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Celebra tus logros y recompénsate.
Cada logro o éxito que tengas, por pequeño que sea hay que darle su lugar. Si pensamos que es algo normal o poco importante, le estamos restando valor.
Debemos darle la importancia necesaria tanto a los acontecimientos negativos como a los positivos.
Y recompensarnos cuando los tengamos. Ve a cenar donde te apetezca, cómprate aquello que llevas tiempo anhelando, dedícate un baño relajante, o emplea tiempo para ti en lo que quieras.
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Repite afirmaciones positivas.
Busca pensamientos positivos con los que te sientas identificado/a y te ayuden a sentirte mejor. Repítelos de forma diaria. Si te cansas, puede ir cambiándolos por otros que te motiven más.
Crear este hábito hará que esos pensamientos positivos vayan profundizándose y, si no crees en ellos, poco a poco lo harás.
Éstos son pequeños cambios que podemos ir haciendo para aprender a quererse.
5- Visita a un terapeuta.
Explorar los pensamientos negativos o recuerdos traumáticos o desagradables puede que te resulte complicado bien por no saber sacarlos o bien por el dolor o sufrimiento que provocan el volver a vivirlos.
Es por ello que si éste es tu caso, te recomiendo que acudas a un profesional que pueda ayudarte y acompañarte en el proceso. Ten en cuenta que cambiar todo nuestro sistema de pensamientos, creencias y emociones no es fácil porque es algo que llevamos haciendo toda nuestra vida, está automatizado.
La consulta puede ser un buen lugar para encontrarte contigo mismo/a. Es un acto de valentía y amor propio, no todo el mundo está preparado para enfrentarse a sí mismo sin máscaras ni escudos, pero es un proceso por el que todo el mundo deberíamos pasar.
En la consulta vas a aprender a quererte y a valorarte. Y esto, va a hacer que el resto de tus áreas mejoren considerablemente.
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