¿Cuántos propósitos te has planteado este año? ¿ y cuántos has llevado a cabo? Acaba el primer mes del año, ese que viene siempre cargado de buenos propósitos. Estos propósitos suelen estar relacionados con diferentes aspectos de nuestra vida, ya sea la salud (perder peso, dejar de fumar, mejorar hábitos…), el ocio (hacer más deporte, desarrollar nuevas aficiones…), el aspecto profesional (cambiar de trabajo, promocionarse, mejorar la formación…) o el personal (dedicar más tiempo a la familia y los amigos, establecer nuevas relaciones)…
Lo curioso es que estos propósitos, en muchas ocasiones, se reciclan de año en año, y es que son propósitos que el año anterior ya no fuimos capaces de llevarlos a cabo. Pero este año, nos prometemos a nosotros mismos, va a ser diferente.
Como soy una persona con un alto sentido de la responsabilidad, podemos pensar, este año sí que es mi año, con fuerza de voluntad lo voy a conseguir. Pero, ay, la fuerza de voluntad no lo es todo. Sin duda, es un factor muy importante, que va a determinar en un primer momento que tomemos la iniciativa.
Pero al igual que los músculos se cansan de ejercer fuerza contra un objeto, nuestro yo interior también pierde fuerza. Por esto es importante que dispongamos de las herramientas necesarias para continuar hacia delante hasta final de año y poder hacer que este, sí que sí, sea nuestro año.
Conócete
Antes de empezar a plantearte hasta dónde quieres llegar tienes que saber desde dónde empiezas, y eso se consigue observándose a uno mismo. Tú mejor que nadie sabes cuáles son tus necesidades y tus fortalezas. Además, es necesario que seas realista en cuanto a la dedicación y a los medios de que puedes disponer para llevar a cabo tus propósitos.
Por ejemplo, si tu propósito es empezar a practicar deporte, puedes empezar por tener en cuenta cuál es el que se adapta mejor a tu estado físico, a tus preferencias y a tu disponibilidad horaria.
Como resultado de esta instrospección también tienes que poder dar respuesta a una pregunta: ¿para qué?. Como su propio nombre indica, los propósitos tiene una finalidad, se hacen por algún motivo en concreto. Saber en qué te va a beneficiar el proyecto que has planteado y que eso es, de verdad, importante para ti.
Define tu objetivo (propósitos)
Un aspecto fundamental de una meta es que esté bien definida. Cuando un atleta prepara una carrera sabe a ciencia cierta cuántos kilómetros va a recorrer y cuáles son el punto de partida y el punto de llegada. Examinarnos a nosotros mismos nos ha permitido conocer el punto de salida.
Ahora llega el momento de definir el punto de llegada, que tiene que ser realista teniendo en cuenta de dónde partimos. Quedarnos en términos demasiado amplios o vagos es un primer paso para el fracaso.
Es por ello que debemos concretar tanto como sea posible a dónde queremos llegar, así como el plazo en el que lo queremos conseguir. Debe plantearse en términos objetivos, de forma que podamos llevar a cabo una evaluación imparcial de lo que hemos conseguido y de lo que no.
Así, el objetivo bajar de peso se podría definir como perder cinco kilos en seis meses; o el objetivo practicar deporte se puede transformar en salir a correr seis horas a la semana hasta verano.
Son objetivos que tienen en cuenta el qué (bajar de peso y practicar deporte), pero también el cuánto (cinco kilos, seis horas) y la distribución temporal (en seis meses hasta el verano).
Plantéate metas
Las metas son todos los logros que consigues y que te acercan a tu objetivo. Siguiendo el ejemplo del atleta, para ser capaz de correr una maratón, antes debe ser capaz de superar una carrera de 10km, luego una media maratón… etc.
Dado que los propósitos suelen tratarse de proyectos a largo plazo, plantear metas contribuye a controlar lo que logramos, así como las actuaciones que llevamos (y llevaremos) a cabo para conseguir el objetivo propuesto.
Las metas, por lo tanto, deben plantearse como pequeños objetivos a corto plazo y las herramientas que vamos a usar para conseguir estos pequeños objetivos.
Si el objetivo que hemos planteado es aumentar el número de horas de ejercicio semanal las metas pueden pasar por reducir el número de horas que dedicamos a otras actividades, apuntarse a un gimnasio, buscar una agrupación local… cada una de estas metas, al igual que el objetivo principal, debe ser concreta y con una temporalización determinada.
Evalúa
La evaluación se asocia de forma general con el punto final de un proyecto, pero para que proceso sea lo más efectivo posible, es recomendable realizar evaluaciones periódicas, sin perder de vista el punto de partida y el de llegada.
Para facilitarlo, puedes llevar un registro para comprobar si el punto en el que te encuentras es en el que deberías estar. En caso de que sí, ¡enhorabuena!
En caso de que no, puede deberse a que vas por delante o vas por detrás. En cualquier caso, la evaluación te permite ajustar las metas para adaptarlas al máximo posible y así poder conseguir tu objetivo. Analiza qué puedes cambiar y qué te ha funcionado hasta el momento.
¿Cuándo evalúo? Puedes fijarte puntos en el calendario, pero lo puedes hacer siempre que creas que es conveniente hacerlo.
Busca apoyo
Si tienes un propósito que cumplir, ¡cuéntalo! Busca alguna persona de confianza que vaya a ayudarte a encontrar la motivación si esta decae. Contar con otra persona contribuye, además, al sentido de la responsabilidad. Ya no lo haces solo para ti, sino que también hay alguna otra persona que espera que lo consigas, y que te va a ayudar en caso de que sea necesario.
Por otra parte, ciertos proyectos pueden necesitar de la ayuda de un profesional, por ejemplo si te planteas bajar de peso.
Además, especialmente en las actividades que pueden llevarse a cabo en grupo, puedes buscar más personas con las que desarrollar tus propósitos: clubs deportivos, asociaciones locales… utiliza las redes sociales y los medios de información local para conocer todos los recursos que te ofrece tu entorno y que es posible que no conocieras.
Algunos consejos
Para finalizar, te comento algunos consejos que te pueden venir bien para conseguir tus propósitos:
― Reconócete los logros. Muchas veces al evaluar nos damos cuenta de todo lo que ha fallado, pero cuesta más centrarnos en las cosas que han ido bien. Si algo va mal, concédete el beneficio de la duda. ¿Seguro que siempre ha ido mal? ¿Seguro que va tan mal? ¿Cuándo ha ido bien? ¿Qué he hecho para que esas veces vaya bien? Recompénsate por las metas que logres.
― Más vale calidad que cantidad. Es común que tengamos un montón de propósitos para el año nuevo y que los queramos hacer todos a la vez. Esto puede contribuir a quemar nuestros recursos y a que desistamos enseguida. Es mejor que te plantees uno o dos objetivos y que seas capaz de cumplirlos. Cuando el primero esté, adelante con el segundo.
― Tolerancia a la frustración y la incertidumbre. Los propósitos de año nuevo, como decíamos al principio, no dejan de ser objetivos fijados a un plazo más o menos largo de tiempo. Por ello, es posible que surjan imprevistos o dificultades que en enero no sabías que surgirían. Ante estas dificultades, calma. La evaluación está para poder contemplar todos estos aspectos y actuar ante ellos.
Por último, recuerda que no hay atajos para lograr tus propósitos, es necesario que les dediques tiempo y ganas, pero como dijo Nelson Mandela.
Siempre parece imposible hasta que está hecho.