Antes de centrarnos en el envejecimiento activo, es relevante conocer que la población mundial envejece a un ritmo acelerado que hace prever que en 2040 habrá más ancianos que niños. El envejecimiento poblacional es uno de los más grandes triunfos de la humanidad, pero también es uno de los mayores retos. Ante esta perspectiva, cabe preguntarse por las causas y posibles consecuencias de estas cifras así como qué podemos hacer para poder envejecer de la mejor forma posible, es decir, envejecer de forma activa y saludable.
Como señala Angel Luis Toledano Toledano, las dos principales causas del envejecimiento de la población son el descenso de la fecundidad y el aumento de la esperanza de vida. Muchos factores contribuyen al descenso de la fecundidad provocando que, junto al aumento de la esperanza de vida, que actualmente en nuestro país se sitúa en 80 años o incluso más, se den estos niveles de envejecimiento a nivel mundial.
La sociedad en general sigue relacionando la vejez con la enfermedad, la dependencia y la falta de productividad, en muchas ocasiones haciendo caso omiso de su experiencia y su sabiduría.
Sin embargo, según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, un 53% inician nuevas actividades después de cumplir 65 años, es decir, son muchas las personas que se adaptan a los cambios que conlleva el envejecimiento, llegando ser independientes en edades más avanzadas. Hasta un 80% de las personas con 70 años mantienen una forma física y mental aceptables que les permite llevar su vida diaria con plena normalidad.
Es lo que se conoce como envejecimiento activo, que según la Organización Mundial de la Salud, se trata de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad a fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen.
Envejecimiento Activo
El envejecimiento activo permite que las personas realicen su potencial de bienestar físico, social y se centra en las personas mayores y en la importancia de dar una imagen pública positiva de este colectivo. Además de continuar siendo activo físicamente, es importante permanecer activo social y mentalmente mediante actividades culturales, sociales, recreativas, educativas y comunitarias:
- Dar a las personas mayores la posibilidad de participar plenamente en la sociedad.
- Fomentar sus oportunidades de empleo.
- Permitirles contribuir activamente a través del voluntariado y de programas intergeneracionales.
- Permitirles vivir con independencia adaptando la vivienda, las infraestructuras, la tecnología y el transporte.
Este apoyo es necesario que se de en las áreas de sanidad, economía, trabajo, educación, justicia, vivienda, transporte…
Para el fomento del envejecimiento activo, los sistemas sanitarios y sociales públicos y privados deberían colaborar en la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades, estableciendo diferentes programas que permitan evitar o reducir las discapacidades físicas y/o mentales en la vejez.
Debemos cambiar la idea de que aprender es cosa de niños, ya que es responsabilidad de todos y, tal y como propone el nuevo paradigma, es primordial desarrollar programas que permitan el aprendizaje y disfrute a cualquier edad.
Los siguientes factores determinarán que pueda darse, o no, un envejecimiento más activo:
1. Género y cultura
Son factores cruciales porque influye en todo lo demás. El género tiene un profundo efecto, valores culturales y tradiciones determinan la visión que una determinada sociedad tiene de los mayores y su convivencia con otras generaciones
2. Sistema sanitario y social
Para poder promover un envejecimiento activo se necesita que el sistema sanitario tenga objetivos tales como:
- Promoción de la salud.
- Prevención de la enfermedad.
- Acceso equitativo a la Atención Primaria.
- Cuidados de larga duración.
Todo ello con un coste-efectividad adecuado.
3. Factores económicos
En muchos casos después de la jubilación disminuyen los ingresos, por lo que las políticas de envejecimiento activo deben reducir la pobreza de este colectivo y procurar su implicación en actividades que generen ingresos, su necesidad activa y productiva. Todos los países deben desrrollar políticas de protección social dirigidas a los grandes dependientes que garanticen sus cuidados en cualquier situación y una calidad digna.
4. Factores del entorno físico
Eliminar barreras arquitectónicas y adaptar las viviendas para evitar accidentes y/o caídas tan frecuentes en este tipo de edad, causantes de discapacidad y morbilidad.
5. Factores personales
Las pérdidas que conlleva la vejez pueden ser compensadas con las ganancias en sabiduria, conocimiento y experiencia.
6. Factores comportamentales
La falsa creencia de que en la vejez es tarde para proponerse objetivos, modificar y adoptar estilos de vida más saludables (dejar de fumar, realizar actividad física, no abusar del alcohol…) para prevenir enfermedades y el declinar funcional, prolongar la longevidad y una mejor calidad de vida.
7. Factores sociales
El soporte social, oportunidades en educación y aprendizaje, protección frente al abuso y la violencia son factores clave para mejorar la salud, la independencia y la productividad en la vejez.
Pero, ¿qué podemos hacer para lograr un envejecimiento activo?
5 Claves para tener un Envejecimiento Activo
1. Alimentación saludable
Una alimentación variada, completa y equilibrada. Procurar hacer 5 comidas al día, siendo el desayuno y la comida las principales del día y la cena algo más liviana.
2. Actividad física
Mantener un nivel actividad adecuado ayuda a mitigar muchos de los cambios que el cuerpo experimenta con el paso de los años, pudiendo retrasar la dependencia e incrementar la autonomía.
3. Mente activa
El alzhéimer o la demencia senil son algunas de las enfermedades que más preocupación generan entre las personas mayores de 65 años. Dormir bien, ser una persona activa, tener interés por el entorno o ampliar conocimientos y habilidades a través de cursos son algunos consejos para cuidar la mente.
4. Relaciones sexuales
Una obviedad aparente que a veces la sociedad, la familia, o los hijos no ve con buenos ojos. La salud sexual no solo forma parte de nuestra salud general sino que ayuda a mejorarla… a cualquier edad.
5. Prevenir recaídas y accidentes
Pérdida de visión, reflejos, fuerza muscular o audición son algunos de los cambios que el cuerpo experimenta conforme envejece. Conocer el cuerpo y sus limitaciones ayudará a prevenir caídas y lesiones que puedan acarrear lesiones físicas graves.
Algunos ejemplos muy sencillos que se pueden realizar de forma cotidiana y sin grandes esfuerzos son:
– Mirar una película y explicar luego la trama al detalle a alguien que no la haya visto.
– Hacer las cuentas mentalmente en el mercado y luego compararlas con las que le realicen en caja.
– Al entrar en un cuarto o sala con mucha gente, intentar contar rápidamente cuántas personas hay a la derecha y cuántas a la izquierda.
– Durante la cena, en un restaurante o en casa de amigos, intentar identificar los ingredientes del plato. Luego se pueden verificar.
– A partir de los 50 años, controlar periódicamente las habilidades mentales: memoria, atención, planificación, con una evaluación profesional.
– Realizar periódicamente ejercicios para mantener la mente activa (crucigramas, problemas de ingenio…).
– Intercambiar comentarios y opiniones con personas de menor edad.
Todos los seres humanos poseemos una capacidad de aprendizaje ilimitada, que es posible mantener a lo largo de la vida.
Si bien es cierto que con el paso de los años algunas funciones cognitivas van disminuyendo, también es cierto que la gran mayoría de éstas se mantiene, siempre que se les brinde un entrenamiento y una estimulación constante, esto es posible, gracias a la capacidad que tiene el cerebro denominada neuroplasticidad que le permite adaptarse y compensar estos cambios.
Por lo que cuanto más ejercicio mental realice una persona, más reserva cognitiva crea, logrando mantenerse mayormente funcional a través del tiempo. Cuando existe deterioro cognitivo, que según Franco y Criado (2002) es toda alteración de las capacidades mentales superiores (memoria, juicio, razonamiento abstracto, concentración, atención, praxias…) observamos una serie de limitaciones en referencia a la autonomía y calidad de vida de los afectados.
Cuando el ambiente es poco estimulante este riesgo a sufrir deterioro cognitivo aumenta. Por ello es necesario la estimulación para aumentar potencialidades y disminuir las deficiencias.
Se tiene conocimiento de que las personas que reciben pocos estímulos del entorno, padecen más rápidamente el declive de las facultades mentales que personas expuestas a grandes estimulaciones sensoriales (Calero, 2003), es decir que entre una mayor estimulación cognitiva mayor autonomía tendrá la persona.
Seguir un programa de rehabilitación cognitiva (o mantenimiento, en su caso) estimulando las siguientes áreas será el mejor tratamiento no farmacológico para afrontar el deterioro:
- Orientación y atención.
- Memoria.
- Lenguaje.
- Cálculo.
- Praxias.
- Funciones ejecutivas frontales.
López, López y Ariño (2002) argumentan que no existe en estos momentos mejor fórmula que el entrenamiento cognitivo, ya que éste proporciona una ayuda para afrontar el deterioro multifuncional y entrena las capacidades que se encuentran preservadas o menos afectadas. “La estimulación y el entrenamiento de habilidades cognitivas pueden mejorar el estado de ánimo y prolongar el período de autonomía del paciente, consiguiendo un aumento de su autoestima y asertividad”.
Por todo ello, es necesario destacar la importancia de implementar programas e intervenir directamente sobre este sector de la población para mejorar su calidad de vida y atenuar el deterioro propio de la vejez.
En nuestras manos está realizar una serie de actividades mentales, sociales, lúdicas y sanas de forma activa y periódica, prestando atención a las señales de alarma que puedan indicar que algo está mal, evitando situaciones de estrés emocional, manteniendo una vida relajada estaremos más cerca de conseguir ganar el pulso al envejecimiento patológico logrando así, un envejecimiento activo.
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