Muchas de las personas que acuden a terapia se podrían calificar como complacientes, como personas que buscan agradar.
Los hay de todos los tipos: los que quieren agradar y ser el mejor amigo o amiga de sus hijos, los que quieren ser el mejor empleado de su empresa o el adulto que sencillamente no ha sido capaz de dejar de necesitar ser el “hijo favorito”.
Agradar a los demás: ¿si o no?
Nuestra necesidad de agradar generalmente empieza en la infancia. Hacemos algo por agradar a los adultos, se nos refuerza positivamente y… ¡ya estamos enganchados! Sin embargo, este deseo de agradar con frecuencia va demasiado lejos y llega un punto en que perdemos de vista lo que realmente queremos en nuestra vida.
Con frecuencia estas personas llegan a verse desbordadas por sentimientos de culpa, ansiedad, resentimiento, tristeza e, incluso, depresión tras una vida dando prioridad a los deseos de los demás sobre los propios. Porque, en realidad, estamos diciendo: “Valoro tu bienestar por encima del mío. Es más importante que tu tengas la conciencia tranquila a que yo lleve una vida auténtica”.
¿Cómo romper con el deseo excesivo por agradar a los demás?
Aquí os sugerimos siete sencillos pasos para romper con la necesidad de agradar a los demás y empezar a vivir la vida que realmente queremos vivir:
1. Identifica.
Descubre aquellas áreas y relaciones personales en tu vida donde el deseo de complacer ha ido demasiado lejos.
2. Piensa.
¿Qué podrías estar haciendo de forma diferente si, el hecho de que esas personas se sintieran complacidas, no tuviera relevancia para ti?
3. Habla con esas personas.
Habla con las personas con las que has mantenido esta dinámica perjudicial e infórmales de que te has propuesto poner un límite a tu exagerada tendencia a agradar a los demás.
4. ¿Qué hacer cuando alguien te pida un favor, te pregunte o haga cualquier cosa que desate esa tendencia a agradar en exceso?
Simplemente diles “¿te importa si lo pienso un poco antes?” e indícales un espacio de tiempo (una hora, un día…) en el cual les darás la respuesta. De esta forma, nos daremos tiempo a nosotros mismos para evaluar qué es lo que realmente queremos hacer.
5. Informa a esas persona.
Una vez pasado ese espacio de tiempo, informa a esas personas sobre sobre cuál ha sido tu decisión.
6. Permítete sentirte un poco incómodo por la decisión que has tomado.
Este es, posiblemente, el paso más importante. Probablemente tendrás que dejar claro, de algún modo a ciertas personas, que ya no vas a decirle que sí a todo o a hacer todo lo que digan.
A algunos esto no les va a gustar y tienes que estar preparado para permitirte sentir esa ligera incomodidad que sentirás al no agradarles. Pero ten por seguro que al final esto te permitirá sentirte a gusto contigo mismo y llevar las riendas de tu vida.
7. Deshazte de la necesidad de agradar a todo el mundo.
Las personas más exitosas y satisfechas con su vida (y a las que más merece la pena conocer) no gustaban ni gustan a todo el mundo. Contempla este cambio como el paso más importante para llegar a rodearte de aquellas personas que te aprecian por lo que realmente eres, en lugar de por lo que les puedes proporcionar.
Conclusiones y consejos
En definitiva, si crees que eres una de esas personas que sienten la necesidad de agradar siempre a los demás, a pesar de que esto vaya en contra de su propio bienestar, quizá ha llegado el momento de tomar las riendas y empezar a poner ciertos límites; y estos sencillos pasos que acabamos de ver son una buena manera de hacerlo.
Recuerda que nadie te va a querer menos por respetarte más a ti mismo/a y, en caso contrario, seguramente esa persona no merece la pena.
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