“Tengo ansiedad», es una frase común que habrás oído en multitudes de ocasiones. Una justificación, un motivo de baja, una forma de vida, una parte de la personalidad y sobre todo, para los que lo tienen, un problema. Hace tiempo, oí a una mujer pronunciar aquello de “tengo ansiedad»… y desde entonces la he oído muchas veces más.
¿Cuánto hay de verdad? ¿De verdad hay tanta gente que dice “tengo ansiedad” lo confunden con ser una persona nerviosa? Descubre la historia de Mónica (nombre ficticio de la mujer que pronunció “tengo ansiedad”) y aclaremos de verdad qué es la ansiedad como respuesta natural y la ansiedad patológica, y qué tan dolorosa es para alguien que la padece.
El momento de ponerse nervioso
La ansiedad es una respuesta natural que tenemos de forma innata, que manifestamos ante situaciones que nuestro cuerpo interpreta como peligrosas. Las situaciones siempre van a depender de la persona, pero suelen ser cuando la persona tiene que mostrarse: exposiciones orales, entrevistas de trabajo, visitas médicas, inyecciones, etc.
¿Cuáles serán nuestras respuestas naturales? No querer ir a la situación en cuestión (huida o evitación), pero como en la mayoría de las veces no se puede huir de lo que nos estresa, nuestro cuerpo responderá por ello: sudoraciones, temblores de voz y hasta pueden llegarnos a doler el estómago.
Estas respuestas que el cuerpo nos ha dado cómo consecuencia de la ansiedad, nuestra mente las retiene y cada vez que viene la hora de enfrentar esa situación se hace una cadena entre lo que representa para nosotros esa situación y el doloroso recuerdo de cómo nos pusimos la vez anterior, siendo nuestros síntomas peores y siendo más fuertes las ganas de salir corriendo.
Como animales, conservamos la tendencia a huir para conservar nuestra supervivencia, por eso estamos preparados biológicamente para sentir ansiedad y resguardarnos de situaciones potencialmente peligrosas, es deseable que esto suceda así, es el momento deseable en que no es malo si nos ponemos nerviosos.
Pero muchas veces, este sistema de prevención y cuidado no funciona bien, e identifica como peligrosas situaciones que son inofensivas.
Extrapolando otro caso diferente, podríamos poner como ejemplo de ello, cómo actúa nuestro sistema inmunitario a la hora de reaccionar ante un estímulo cómo el polvo en una persona alérgica.
La respuesta de su cuerpo sería, por ejemplo: estornudos, goteo nasal o lagrimeo, patología ante un estímulo que no a todos nos afecta de la misma manera. En el caso de la ansiedad, sería cuando comienza a convertirse en patológica.
Desgraciadamente, he de anunciarte ya que la ansiedad no se cura, sólo se controla. Pero antes, veamos cuál es la diferencia entre ansiedad normal (ponerse nervioso) y ansiedad patológica.
Diferenciando Qué es la Ansiedad: Diferentes Actuaciones
Mónica tiene una vida normal, una familia que la quiere, tiene amigos y un trabajo. Pero ella siempre dice que va de un lado para otro, que jamás tiene tiempo para nada. Alguna vez no ha podido ir a trabajar por fuertes dolores de estómago, pero sin llegar a ser nada grave.
“Esta es mi vida”, dice Mónica, “un torbellino dónde muy pocas veces paro a descansar o hacer lo que me gusta. Tengo ansiedad”
Mónica es la primera en reconocer que tiene ansiedad. No se lo ha diagnosticado nadie, pero ella admite que la tiene y hace algo para no tener tanta ansiedad: va todos los días al gimnasio y fuma mucho.
¿Realmente Mónica tiene ansiedad, entendiéndola como un trastorno o patología?
Tras lo descrito anteriormente, puedes saber con total claridad que es normal y funcional sentir ansiedad/ nervios ante una situación estresante. Aun así, existen personas que reconocen tener una vida caótica y sin organización, siendo las primeras que admiten no tener tiempo para nada.
Estas personas, son las primeras que se estresarán fácilmente al no sentir que tienen control en su vida. Puede que intenten poner remedio a la situación como Mónica (fumar mucho, deporte, etc.) o que recurran a métodos más indicados que están más de moda como la meditación..,
pero otras muchas usarán la ansiedad como una excusa: “grito porque tengo ansiedad”, “como mucho porque tengo ansiedad” o “fumo mucho porque tengo ansiedad”.
Algunas personas utilizan la ansiedad como una excusa: “grito porque tengo ansiedad”, “como mucho porque tengo ansiedad”, “fumo mucho porque tengo ansiedad”…
Distingamos: el caso de Mónica o el de otra mucha gente que te haya podido venir a la cabeza mientras estás leyendo, no es tener ansiedad. Se puede sentir ansiedad en un momento determinado e incluso ser una persona con un temperamento más nervioso, pero no significa tener ansiedad.
Sobre todo, lo importante es poner en relieve que este grupo de personas que se autodiagnostican de ansiedad, en vez de autoprescribirse actividades que muchas veces llegan a ser insalubres, como fumar en exceso, tienen un remedio mucho más sencillo que alguien que sí que está diagnosticado de un trastorno de ansiedad: organización de tiempo, técnicas de relajación y, lo más importante, aprender a priorizar.
“Tengo ansiedad”: Cuando la Ansiedad se Convierte en Patología
La ansiedad, entendiéndola como una patología, va mucho más allá. Ésta llega a ser grave cuando los síntomas:
- Son desagradables: sensación de ahogamiento, palpitaciones, dolor en el brazo.
- Se extienden durante mucho tiempo: cuando ocurren más de 6 meses, podríamos hablar de trastorno de ansiedad generalizada, cumpliendo una serie de síntomas.
- Ocurren muy a menudo
- Aparecen en situaciones que a priori, no deberían ser estresantes.
- Nos incapacitan en nuestra vida diaria: se produce un deterioro social y laboral, mucha de la gente que lo padece no puede salir de casa por miedo a que le ocurran los síntomas.
La ansiedad: depende cómo la mires
La ansiedad, esa palabra tan común en nuestro vocabulario y muchas veces tan desconocida. Hemos oído de todo sobre ella: las personas que tienen ansiedad por sistema como una mera excusa para justificar sus conductas, y personas que están de baja porque tienen ansiedad.
Sea como fuere, decir “tengo ansiedad” nunca debería ser una excusa. La ansiedad como patología es algo grave y serio y no es simplemente ponerse nervioso ante una situación, que tal y cómo hemos descrito anteriormente, es funcional.
Es un trastorno bastante más común de lo que pensamos puesto que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya hay un 5,6% de afectados de ansiedad. Si tras leer mi artículo reconoces alguno de estos síntomas, es necesario primero que analices qué tan grave es para tu vida y en qué medida la afecta.
Si tu vida se ve limitada, si hay ciertas cosas que has dejado de hacer por los síntomas que te está produciendo la ansiedad, llega la hora de ir a un especialista y no autodiagnosticarse ni medicarse sin supervisión. Los especialistas (médicos, psicólogos) ven diariamente casos de ansiedad y saben cómo tratarlos.
Los síntomas se controlan, y poco a poco, la vida del paciente con ansiedad vuelve a ser cómo era: sin limitaciones ni sociales ni laborales.
Es posible disminuir la ansiedad
¿Tú también dices aquello de “tengo ansiedad“? Si estás interesado en saber algunas técnicas para disminuir el nivel de ansiedad, un buen instrumento para acompañar el tratamiento de ansiedad es esta Guía del Colegio Oficial de Psicólogos, que habla de cómo disminuir los niveles de ansiedad.
Podríamos decir que la ansiedad es prácticamente la segunda opción por la cual las personas acuden al psicólogo, seguido de la depresión. Hay un gran número de talleres, charlas, grupos de meditación dónde una gran afluencia de gente acude con el fin de que le den herramientas para disminuir su nivel de ansiedad.
¿Una vida con nervios?
Pero, dejando de lado la ansiedad como trastorno, ¿qué ocurre con aquellas personas que se catalogan como ansiosas? ¿Buscan cómo bajar la ansiedad de una forma correcta? Hemos visto que muchas veces no es así. ¿No sería más útil, reflexionar cuál es nuestra filosofía de vida?
Nuestra vida actual ha pisado el acelerador: salimos de viaje y queremos ver una ciudad en 2 días sin saltarnos nada, comemos mirando el móvil o la televisión, y siempre dejando de hacer cosas que pueden ser interesante simplemente por la prisa, por el afán de hacerlo todo sin ni siquiera planificar nuestro tiempo ni disfrutar de lo que hacemos.
¿Realmente vale la pena? No habrá persona que hoy no se queje de estar permanentemente cansado, con nervios, con dolores musculares. Pero, esta es la vida que estamos llevando, hace falta una reflexión más profunda: ver qué es lo importante, gestionar bien nuestro tiempo y, sobre todo, darnos tiempo a nosotros mismos, puesto que para favorecer nuestro bienestar se empieza con un mismo.
Tú decides el sentido de tu vida: ¿una vida con prisas y nervios o una vida más relajada?
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