¿Cansado/a de estar en casa sin poder salir? ¿Tienes sensación de angustia al no saber cuándo volveremos a la normalidad? Todas estas emociones (y otras) son totalmente normales en la situación que estamos viviendo.
Ciudades enteras desiertas, comercios cerrados, parques infantiles vacíos…el mundo se ha parado. Más bien los humanos hemos parado. Desde que en España se decretó el estado de alarma, nuestras vidas giran entorno a las paredes de nuestras casas. Esto puede ocasionar estrés, angustia e incluso, ansiedad por no salir. Pero hay muchas formas de afrontarlo, te contamos cómo a continuación.
¿Cómo nos afecta?
«A nuestros padres y abuelos les mandaron a la guerra, a nosotros sólo nos piden que nos quedemos en casa, con todas las comodidades y tecnologías, no es tan difícil».
Este lema está circulando estos días por las redes con la intención de concienciar a la gente y que nos quedemos en casa. Es verdad que la primera vez que lo lees, te impacta y te hace reflexionar, que al compararnos con otros acontecimientos que han vivido nuestros antepasados, nosotros lo tenemos mucho más sencillo.
Pero no por ello, debemos ignorar lo que esto nos está haciendo sentir. Es lógico sentir miedo, frustración y angustia al verse encerrado en cuatro paredes. No tenemos que sentirnos culpables por ello. Al compararnos, debemos hacerlo con la dosis necesaria para concienciarnos pero no para dejar a un lado el escuchar lo que nuestro organismo nos quiere decir.
Hay que tener en cuenta que no estamos acostumbrados a estar encerrados en casa, aunque tengamos muchas comodidades. Estamos hechos para tener hábitos y rutinas, que se hacen difíciles de cumplir tras tantos días monótonos.
Ahora tengo tiempo…de sobra
Al principio lo ves como una oportunidad de “ordenar armarios”, leer un libro, ver algunas series o películas pendientes, hacer ejercicio, limpiar en profundidad la casa, etc. En definitiva, todas aquellas cosas que se nos pasaba por la cabeza hacer y que relegábamos por falta de tiempo.
Y puesto que ahora sí tenemos ese tiempo, nos hemos vuelto locos haciéndolas. Tanto, que en la primera semana ya las habíamos hecho todas. Cuando ya estás cansado/a de hacer todas estas cosas de forma repetida, lo que te apetece es dar un paseo y que te dé el aire y el sol. Es aquí dónde puede que aparezca nuestra “amiga” la angustia.
Y es que no es lo mismo estar encerrado en un piso de 50 m2 que en una casa con jardín. Lo primero sí que es un sacrificio de verdad, y más si tienes niños. Ver a famosos quejándose en sus enormes casas con jardín y piscina de no poder salir, no ayuda sinceramente. Pero hay que aceptar las posibilidades de cada uno y las herramientas de las que disponemos.
La percepción del tiempo.
Han pasado sólo 15 días y parece que ha sido más de un mes. La percepción del tiempo varía mucho en función de cómo vivamos el momento. Ya que estos mismos 15 días de vacaciones se nos pasan volando y casi no te da tiempo a disfrutarlos y descansar.
Encerrados en casa, los días se hacen muchos más largos y podemos tener angustia por ello. Esto ocurre porque cuando estamos de vacaciones, cambiamos el chip y desconectamos de nuestras rutinas de forma voluntaria y con seguridad, además de saber que hay un final.
Sin embargo, en la situación que estamos, como nunca la hemos vivido, nuestra mente está dirigida hacia el miedo, la incertidumbre y la angustia. De no saber qué va a pasar, del contagio propio o de algún ser querido, de las miles de muertes que están habiendo, y también de no saber cuándo va a terminar.
Todo ello, se convierte en un coctel explosivo dentro de nosotros, que puede explotar en cualquier momento. Esa angustia contenida puede estallar y hacernos bastante daño.
Cómo no actuar.
Como hemos comentado, la angustia puede salir en cualquier forma. Hemos visto como la histeria se apoderaba de todo el mundo, y no sólo aquí en España.
No comprar compulsivamente.
Durante la primera semana del decreto de estado de alarma, las personas se dejaron llevar (o nos dejamos llevar) por ese miedo y angustia, arrasando con ello supermercados. Era una manera de callar esa angustia, esa inseguridad sobre el qué va a pasar. Una especie de “pase lo que pase, que me pille con las despensas y el estómago lleno”.
Lo peor de todo es que esto también es contagioso. Ver cómo la gente se llevaba carros enteros todos los días, te hacía plantearte “a ver si por no comprar y ser previsor/a, me voy a quedar luego sin nada”, y también caías. Comprar por miedo y angustia.
Esto ha tenido varios efectos colaterales, pero el que más llama la atención es el dejar a colectivos más vulnerables sin comida como son las personas mayores, bien porque no habían cobrado aún sus pagas o porque cuando llegaban ya no había de nada.
Afortunadamente, esto ha cambiado y ya no compramos tan compulsivamente, bien porque nos hemos dado cuenta y somos más solidarios o porque ya no nos cabe más en las neveras y despensas.
Rechazar a personas.
Es algo que se está haciendo con mucha frecuencia. Primero fue un rechazo a cualquier asiático, independientemente si habían nacido aquí o llevaban años viviendo. Luego hacia los italianos y por último es a cualquier vecino que nos crucemos.
Si eres la persona encargada de salir a comprar las cosas básicas, te habrás dado cuenta cómo el ambiente ha cambiado radicalmente. Donde antes había conversaciones, besos, abrazos y risas, ahora hay silencio, distancia de seguridad y frialdad. Te cruzas con alguien y lo primero que te viene a la mente es “que no me toque ni me hable por si acaso”, sea quien sea.
Es verdad, que hay que mantener las indicaciones que nos han dado, pero no dejemos que ese miedo y angustia se apodere de nosotros. Porque sentirnos rechazados en la sociedad, duele y puede acarrearnos consecuencias negativas.
Mirar de forma compulsiva información.
Vivimos en la era de la información, estamos rodeados de tecnología. Y en estos momentos de encierro en casa, las usamos más que nunca. Desde la televisión, al ordenador, tablet o el móvil.
Pero esto tiene su lado negativo: la sobreinformación. Esto nos puede perjudicar en cualquier momento, pero en la situación en la que estamos ahora, es incluso más dañino.
¿Por qué? Porque activa al miedo y a la angustia con información que puede ser falsa y con preguntas a las que no tenemos respuestas.
Con lo que, contribuye a retroalimentar el pánico social y genera un estado de alarma continua que puede derivar en una crisis de ansiedad.
¿Qué hacer durante el confinamiento?
Preocupación sí, angustia no.
Para que tengamos un ambiente de calma y tranquilidad, hay que adaptarse a las nuevas rutinas y no dejarnos llevar por la angustia ni el pánico.
Podemos usar esa preocupación para prevenir el contagio siguiendo las medidas que han recomendado las autoridades. Sin caer en extremismos ni compulsiones.
Es decir, lávate las manos a menudo y de forma eficaz con agua y jabón o desinfectante pero no es necesario hacerlo cada minuto. Mantén la distancia de seguridad y usa protecciones cuando salgas de casa pero sin mirar o pensar mal a quién te encuentres. Recuerda, que siguen siendo personas normales. No nos tratemos como apestados.
Racionalizar nuestros temores.
Dejarnos llevar por nuestros miedos sólo va a hacer que crezca nuestra angustia. Todas las emociones tienen una función y nos están diciendo algo sobre nosotros. Trata de escucharla sentirla para ver si su intensidad es adecuada o desproporcionada.
En el primer caso, deja que actúe y pase, sin retenerla. Recuerda, que está situación es algo que no hemos vivido nunca y nuestros instintos de supervivencia se activan.
En el segundo caso, si estás teniendo emociones intensas y desproporcionadas, trata de regularizarlas y racionalizar esos pensamientos que están incrementando tu angustia y ansiedad.
Meditación y pensamientos positivos.
La meditación, bien realizada, te va a ayudar a conectar con el momento presente, el aquí y ahora, y te ayudará a conseguir ese momento de calma y tranquilidad.
Lo mismo ocurre con los pensamientos positivos, hay que utilizarlos para equiparar la situación y ver cosas positivas dentro de lo negativo de la situación.
Por ejemplo, las personas que se han recuperado, la solidaridad que ha surgido entre vecinos, el cambio de visión en las fuerzas del estado (ya sea cuando animan a los niños o van a agradecer a las puertas de los hospitales), el valorar más a los trabajadores esenciales como los de la limpieza, sanitarios, supermercados, almacenes, transportistas, etc.
Rutinas.
No se trata de llenarte de tareas, si no de dividir el día para que no se te haga tan largo ni pesado. He visto varios vídeos en los que parodiaban que todas las tareas que se tenía que hacer y que era agotador: desde hacer videollamadas con familiares, hasta limpiar o salir a aplaudir a las 20:00h.
Está bien, organizarse el día pero sin pasarse. Habrá días que te apetezca hacer cosas y otros en lo que no te apetezca hacer nada. No pasa nada por ello. Es algo normal.
Lo que debes mantener es tu higiene personal, mantener horarios habituales de alimentación y sueño y si haces ejercicio, seguir realizándolo adaptándolo a las circunstancias y el espacio que dispongas. El resto de cosas, ve haciéndolas según te apetezcan, sin caer en el no hacer nada ningún día obviamente.
Quedadas virtuales.
Es una de las ventajas de las nuevas tecnologías, conectarte con aquellos que ahora no puedes ver. Es una buena forma de comunicarnos con familiares y amigos y así también desconectamos un rato.
Eso sí, aprovecha esa quedada para arreglarte un poco. De esa forma, se convertirá también en una motivación y el vernos arreglados, nos ayudará a sentirnos mejor.
Incluso podéis hacer quedadas de disfraces o ambientadas. Os echaréis unas risas y te distraerás mientras lo estás preparando.
Han llegado a celebrarse hasta bodas virtuales de parejas que han tenido que aplazar su boda por la pandemia, y la han hecho a través de videollamada con familiares y amigos, incluso vestidos para la ocasión.
¡Todo se puede adaptar!
La pareja.
La convivencia en casa durante un tiempo indeterminado puede hacernos tener algunos roces y conflictos, además de fomentar esa angustia y miedo que hablábamos anteriormente.
Estamos todos más inquietos y estresados, es normal que a la mínima salte la chispa. Lo más importante no es intentar evitar que surjan esos enfados o discusiones, sino saber solucionarlos adecuadamente.
Para ello, es importante que entendamos y respetemos el espacio del otro, sin dejarnos llevar por todas esas emociones acumuladas ni “pagarlas” con el otro.
Hay veces que es complicado hacerlo de esta forma, pero no imposible. Es mejor si nos paramos antes de decir cualquier cosa, a pensar y filtrarlo correctamente.
Y sobretodo, dejad en el día un tiempo para estar solos con vuestros pensamientos o hobbies posibles. Porque es importante que cada uno tenga su espacio personal donde relajarse y encontrarse con uno mismo/a.
Te dejo este artículo por si quieres saber cómo mejorar la comunicación con tu pareja.
Los niños.
Aquí la palabra claves es paciencia. Cuesta pero se consigue. Es importante hacerles entender la situación (dependiendo de la edad lo entenderán más o menos) y mantener en la medida posible sus horarios, de hacer deberes (combinando asignaturas), de comidas y sueño, de ocio (adaptando espacios de la casa), etc.
Aprovecha para hacer cosas juntos como cocinar o limpiar con ellos. A los niños les encanta que se les involucre en cosas que hacen los mayores.
Recuerda, que según lo lleves tú, ellos lo harán. Y que habrá momentos para todo, en los que te subirás por las paredes y otros en los que gracias a ellos, se te pasan las horas más rápido.
Por eso, la paciencia es la clave de todo. Es ahora cuando más se valora la función de los profesores, ¿verdad?
Terapia Online.
Si la situación actual te está sobrepasando y nos sabes qué hacer, lo mejor es acudir a un profesional (psicólogo o psiquiatra) que te ayude y te enseñe las herramientas adecuadas para sobrellevar toda está incertidumbre o angustia que estás viviendo.
Ya sea para algo puntual o para llevar un proceso terapéutico, se puede usar el formato online. La ventaja es que se puede hacer desde casa y es igual de personalizado que el formato presencial.
En Serendipia Psicología tenemos esta opción y bajo nuestra experiencia, es igual de eficaz.
Mi recomendación es que no lo dejes para cuando todo esto pase por dos motivos principales:
- No sabemos exactamente cuándo esto va a terminar.
- Si lo dejas para el final, tendrás más complicaciones porque habrás acumulado más o podría explotar y tener peores consecuencias.
“Cuando todo esto acabe…”
Esta es una frase utilizada mucho en estas semanas de confinamiento. Es una especie de promesa o motivación que nos decimos para proyectarnos hacia un futuro próximo.
Saber que esto tiene un fin (aunque no sepamos cuándo) nos ayuda en estos momentos tan oscuros a sobrellevarlo y a hacer planes. Y como dice Víctor Küppers, de esto se sale porque es un túnel y no un pozo, y de los túneles se sale.
Pero mientras, podemos empezar a disfrutar de las pequeñas cosas de las que disponemos en el momento. Y de vez en cuando, puedes cerrar los ojos y transportarte de forma imaginaria allá dónde te apetezca.
Y cuando todo esto acabe, vivir y aprovechar todas aquellas cosas que ahora echamos de menos: disfrutar con amigos o familiares, un paseo por la playa o montaña, tomar un café o lo que sea en las terrazas, o simplemente sentir el aire fresco y el sol en la cara. Y por supuesto, de volver a besar y a abrazar, eso que nos recarga de energía y que tanto echamos de menos.
“No sabíamos lo que teníamos hasta que lo hemos perdido”.
De esto, podemos aprender a valorar más todo aquello que pasa desapercibido pero que en el fondo es esencial para nosotros. Por ello, disfruta el aquí y ahora. Aprende a disfrutar todos los momentos, los de confinamiento y también el resto que vendrán después.
Y por último…
Me gustaría que después de leer el artículo reflexionaras un poco sobre la situación que estamos viviendo. Y te hago la siguiente pregunta:
Cuando todo esto acabe, ¿Cómo quieres que te recuerden?
¿De buen humor, aportando tu granito, ayudando a quién lo necesita, siendo generoso/a, fomentando los momentos alegres, etc.?
¿O por el contrario, siendo egoísta, estando de mal humor, cabreado y quejándote por todo?
Deja abajo tus comentarios y te responderé encantada. Quiero saber tu opinión.
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