No, no voy a hablarte del cerebro de un chimpancé, ni de las conexiones neuronales de los primates. Voy a explicarte qué hacer con la Mente de Mono que tienes en tu cabeza.
Espera, espera, no te estoy insultando llamándote mono, no.
Todos tenemos una mente de mono dentro de la nuestra propia, pero no todos sabemos de su existencia ni sabemos controlarla.
Piensa en esto: ¿te sientes abrumado/a por tus pensamientos? ¿Tienes mil y un pensamientos uno tras de otro haciendo que tu cabeza esté a punto de estallar?
Es más, ¿te entra ansiedad cuando dejas a tu mente ir de “por libre”? ¿Esa inundación de pensamientos son catastrofistas y demoledores?
Esa sensación de saltar de un pensamiento a otro y otro, y otro, y otro, y otro más, es la Mente de Mono.
¿Qué es la Mente de Mono?
El término de Mente de Mono (o Monkey Mind) proviene del chino xynyan y chino-japonés shin’en, y el budismo lo usa para denominar a ese estado de descontrol mental, indeciso, confuso y caprichoso que a veces sentimos.
Buda hablaba de un mono que reclama nuestra atención constantemente, saltando de rama en rama, señalándonos los miedos que hay en ella, alertándonos chillando para que les hagamos caso.
Es un constante recordatorio de todo aquello pasado y todo aquello futuro que viene a desestabilizarnos, recordarnos nuestros fallos y adelantarnos nuestras catástrofes. Salta y salta, rama a rama, pensamiento negativo a pensamiento negativo.
¿Lo has sentido alguna vez? Estoy segura de que sí.
En Mindfulness, se habla de que la Mente de Mono aparece cuando nuestra capacidad de atención está debilitada, es decir, carecemos de la pericia apropiada para centrarnos en una cosa y mantener la concentración en ella.
¿Qué ocurre cuando dejamos a ese mono que se pasee de un lado a otro, mareándonos con cada salto? Tienes la respuesta.
Vamos a hacer un ejercicio de imaginación. Dibuja en tu mente un mono “loco”, que va de un lado para otro (cada vez más rápido), gritando (cada vez más fuerte), haciendo aspavientos (cada vez más grandes), haciéndonos conscientes de que todo fue mal y todo lo irá mal,…
Lo sientes solo de pensarlo, ¿verdad?
Este estado de alarma es aquella precursora de la ansiedad.
No hablaremos de ella porque ya tenemos muchos artículos donde la hemos tratado, pero resumiendo en unas palabras: malestar agonizante.
Nuestra Mente de Mono desencadena una serie de pensamientos que hacen que lleguemos a este punto tan desagradable.
¿Qué podemos hacer con la Mente de Mono?
¿Alguien ha visto a un mono, grande o pequeño, quieto por mucho tiempo? No, ¿verdad? Pues lo mismo le pasa al de tu mente.
Muchos te dirán la fórmula lógica de: pues deja tu mente en blanco, no pienses en nada. Claro, si no piensas en nada, no hay ramas para el mono y, por lo tanto, no hay saltos.
¡Ay, si todo fuera tan fácil!
Es inútil eliminar las ramas al igual que lo es eliminar al mono, están ahí siempre.
¿Entonces nos resignamos a que el mono siga saltando? No necesariamente. Lo que vamos a hacer es reconducir al mono cuando a este le entren ganas de saltar.
¿Qué cosas nos ayudan a calmar la Mente de Mono? Te doy algunas respuestas:
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Discute tus pensamientos.
Es importante que analicemos esas “ramas” (pensamientos) a las que se agarra nuestro mono: de dónde vienen, qué significan para nosotros, por qué les damos tanta importancia, cómo estamos tan “seguros” de que va a ocurrir,…
Es decir, ver que son poco veraces y que son solamente una posibilidad entre otras muchas, no la única. Más o menos probables, pero no las únicas.
En este artículo hablamos de esos pensamientos anticipatorios: “Combate tu ansiedad anticipatoria”.
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Practica meditación o Mindfulness.
El Mindfulness o conciencia plena en el presente, alejándose del pasado y del futuro. De esta forma, no anticiparemos sucesos o nos agobiaremos con aquello que sucedió en el pasado.
Este es un remedio muy bueno para que nuestro mono baje revoluciones y se centre en una rama y no en todas las que se le antoje.
Si quieres aprender a meditar, puede que te interesen estos artículos:
“Claves para aprender a meditar”
“Cómo meditar y No dormirte en el intento”
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Entrena tu Mente de Buey.
El Budismo también habla de una Mente de Buey, describiéndola como una forma de pensar lenta y silenciosa.
¿Por qué un Buey? Si nos trasladamos a la India, donde las vacas y resto de bovinos son sagrados, prácticamente seguro veamos a uno de estos animales interrumpiendo el tráfico sin que nadie lo apremie, empuje o trate de sacar a un lado. Simplemente esperan. O, aquellos que sí les permiten trabajar en el campo, como no intentan acelerar su marcha si se paran a comer. Ese es su trabajo, esa es su forma de ser. No buscan que tengan otra naturaleza.
Para ello, siéntate, observa, escucha y siente, sin juzgar o tratar de darle un significado. Déjale que trabaje a su ritmo.
Hasta el mismísimo Steve Jobs practicaba esta forma de meditación.
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Trabaja tu respiración.
Una buena forma de que el mono se detenga es darle una “distracción” o algo en lo que centrarse, de este modo, deja de moverse.
Se recomienda que esa distracción sea centrarnos en nuestra respiración. Sería algo así como darle un plátano o banana a nuestro mono.
En este video te lo explica el maestro budista tibetano Mingyur Rinpoche:
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Aprovechar tu Mente de Mono para desarrollar tu creatividad.
Tampoco hace falta estigmatizar a nuestro pobre mono, pues puede ser beneficioso en algunas ocasiones, como aquellas que requieran de lluvia de ideas y de desarrollo de creatividad.
En estas ocasiones, nuestro mono podrá ir de lado a lado, dándonos puntos de vista que quizá nunca habíamos tenido.
Ahora que sabes de la existencia de la Mente de Mono, y cómo hacer para reconducirla, es el momento de que lo pongas en práctica.
¡Mucho ánimo y muchas bananas!
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