Todos nos hemos sentido frustrados alguna vez. Seguro que reconoces esa sensación de impotencia, de no conseguir lo que te proponías. Pero, ¿te has parado a pensar si tienes baja tolerancia a la frustración? Y, ¿Cómo afecta esa frustración en tu vida personal y laboral?
Puede que cargues con esta frustración desde casa o del trabajo. Sea cual sea su origen, arrastrar este sentimiento y dejar que se acumule nunca trae nada bueno.
Según Daniel Goleman, creador del concepto de inteligencia emocional, la habilidad para manejar la frustración es una de las más importantes para alcanzar el éxito.
A lo largo de este artículo, vamos a hablar sobre el concepto de frustración y cómo mejorar nuestra baja tolerancia a la frustración. Te adelanto que tus problemas no desaparecerán por arte de magia, pero podrás aprender a manejarlos mucho mejor.
¿Qué es la frustración?
La frustración es el sentimiento que surge cuando no conseguimos lo que esperábamos o queremos. Es una respuesta emocional que surge cuando nuestros proyectos, metas o expectativas no se cumplen; o cuando nuestros deseos y necesidades no se llegan a satisfacer.
Las emociones que experimentamos cuando sentimos frustración son una mezcla de ansiedad, impotencia, enfado, tristeza y angustia.
La frustración es una reacción normal que todos experimentamos cuando las cosas no salen como esperamos o deseamos que salgan. El problema surge cuando nuestras reacciones ante la situación que nos frustra, nos genera excesivo malestar y nos aleja, todavía más, de conseguir aquello que queremos.
Las emociones son como un termómetro que te informa de algún cambio que tienes que introducir. En este caso, la frustración te dice que algo ha salido mal, que te has esforzado y no has conseguido tu recompensa, pero No te dice que debas abandonar ese proyecto.
Origen de la frustración.
Cuando somos pequeños, todos tenemos por naturaleza una baja tolerancia ante la frustración, puesto que durante nuestros primeros años de vida, funcionamos desde el sistema emocional.
Esto ocurre así porque la zona del cerebro encargada del razonamiento se desarrolla más tarde que el de las emociones. Por ese motivo, los niños reaccionan con pataletas o berrinches cuando quieren conseguir algo y no lo obtienen.
Por ello, es importante trabajar desde edades tempranas la inteligencia emocional, para que cuando se conviertan en adultos, sepan sobrellevar de manera saludable las frustraciones que le pueda surgir.
El problema no es frustrarnos, el problema es nuestra actitud ante las frustraciones de la vida. No podemos evitar la frustración pero sí trabajar la manera en la que la toleramos.
¿Qué es la baja tolerancia a la frustración?
La baja tolerancia a la frustración es la ausencia o la poca capacidad para soportar aquello que pueda frustrarnos. Esto provoca que no seamos capaces de reaccionar, abandonemos nuestra actuación y seamos incapaces de perseverar y luchar contra las dificultades.
Dicho de otro modo, quién tiene baja tolerancia a la frustración, tiene una gran dificultad para gestionar sentimientos negativos como el estrés, la incomodidad o miedo a no alcanzar sus objetivos.
Suelen verse los fracasos como algo destructivo y que causa mucho malestar. Se suele focalizar más en la emoción, en el sufrimiento y el dolor.
Una baja tolerancia a la frustración afecta también a la capacidad de espera para demorar una gratificación. Algo que es imprescindible para alcanzar recompensas mayores a las inmediatas.
Todo ello, puede generar una disminución de la autoestima y generar dificultades para lograr grandes objetivos a largo plazo o salir de lo que llamamos “zona de confort”.
Aprender a tolerar la frustración.
Aprender a tolerar la frustración es algo que debemos hacerlo desde niños, pero si por ciertas circunstancias no lo hemos hecho, de adultos nos toca trabajar en ello.
La tolerancia está relacionada con el tiempo que se tarda en reaccionar al estrés y a la presión cuando las cosas no salen como deseas.
Esa tolerancia permite aprender a superarte, te hace más fuerte, más resistente y te prepara para ser más competitivo en una sociedad que busca lo fácil y rápido.
Si te paras a pensar, en la sociedad actual, todo es para ya y tiene que ser rápido: mensajes de móviles, acceso a internet, redes sociales, informes, citas… Si no es así, sentimos que se pierde el tiempo.
Esto también lo aplicamos a los niños, no dejamos que vivan la frustración de no tener lo que quieren, por el simple hecho que el resto de sus amigos ya lo tienen o porque tengan algo mejor que lo que nosotros tuvimos.
Los niños deben aprender a frustrarse y los adultos también.
Diferencias entre las personas con baja o alta tolerancia a la frustración:
Las personas que aprenden a tolerar la frustración:
- Suelen tener un nivel menor de estrés.
- Son capaces de mantener la calma ante los imprevistos.
- No permiten que los problemas les perturben excesivamente.
- Son capaces de aceptar con más facilidad el dolor, el sufrimiento, la incomodidad o el fracaso.
- Actúan de manera proactiva e intentan buscar soluciones alternativas que les permitan alcanzar sus objetivos.
En contraposición, las personas cuya capacidad para tolerar la frustración es baja:
- No aceptan que las cosas no sean como quieren.
- Los imprevistos que, para la mayoría resultan simplemente molestias desagradables, ellas los viven como verdaderas catástrofes.
- Su percepción de la situación suele ser exagerada y errónea.
- Tienden a desmotivarse fácilmente.
- Suelen a abandonar sus proyectos de forma prematura, sin tener en cuenta los beneficios que podrían tener a medio y largo plazo.
¿Cómo aprendo a tolerar mi frustración?
A continuación, te doy consejos para que trabajes tu frustración y aprendas a tolerarla.
Reconoce cuando te sientas frustrado.
Parece obvio, pero no todo el mundo reconoce sus propias emociones, en el momento. Es importante saber reconocer nuestras emociones y el por qué surgen para conocernos a nosotros mismos/as. En este sentido estaremos desarrollando nuestra inteligencia emocional.
Aceptar y entender que la frustración forma parte de nuestra vida.
Este es el primer paso para empezar a manejar la frustración de manera más adecuada. Todas las emociones, incluidas las desagradables, forman parte de nuestra vida. Intentar eliminarlas o ignorarlas nos producirá un mayor malestar.
La aceptación nos permite dejar de luchar contra algo que no podemos cambiar. Aceptar no implica resignarse ni abandonar. Cuando aceptas, decides dejar de ir en contra de ti mismo/a y centrarte en la solución al problema.
Confía en tus fortalezas.
Hay que aprender a conocernos en todos nuestros aspectos, y uno de ellos, es en nuestras fortalezas. Conocer tus cualidades más destacadas y saber usarlas adecuadamente, te llevará a no derrumbarte y buscar soluciones para aquello que deseas conseguir.
Conoce tus límites.
Tan importante es conocer tus cualidades como tus límites. Hay que saber hasta dónde podemos llegar y cuáles son las herramientas de las que dispones. Esto no implica que te conformes y no aspires a mejorar.
A partir de ahí, aceptar que hay cosas que no podemos conseguir ni controlar. En las que sí podamos, establecer objetivos poco a poco y a corto plazo, para reforzar el éxito frente al fracaso.
Rebajar la ansiedad.
La frustración viene muchas veces acompañada de la ansiedad ya que es una respuesta del cuerpo a una situación de “alerta”.
Las personas con baja tolerancia a la frustración, pueden sentir más a menudo ansiedad porque se topan frecuentemente con situaciones que suponen una barrera.
Para reducir esa ansiedad se puede recurrir a practicar yoga, mindfulness, respiración consciente y trabajar nuestros pensamientos.
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Responsabilidad en la toma de decisiones.
Cuando se toma una decisión, hay que ser conscientes de que pasamos por una serie de emociones como la incertidumbre, la impaciencia, la inseguridad, etc.
Trabajar todos ellos, nos permitirá aumentar nuestra autoestima y así poder enfrentarte a los retos de la vida de una forma más firme y responsable.
Enfrentarnos al temido fracaso.
A nadie nos gusta fracasar, pero forma parte de nuestra experiencia. Si nunca fracasamos, no podremos enfrentarnos a nuestra frustración y, cuando nos venga por primera vez, no sabremos cómo actuar, tendremos un gran malestar emocional y eso nos podría hundir.
Como en todo en esta vida, también hay que saber aprender a fracasar de forma correcta para que nos haga el menor daño posible.
Conclusión.
Cada persona tenemos nuestra propia capacidad de tolerar la frustración. Algunas no son capaces de retrasar la satisfacción de sus deseos ni soportan ningún sentimiento o circunstancia desagradable. En cambio, otras han aprendido a gestionar esa frustración de forma adecuada, consiguiendo alcanzar sus metas a largo plazo.
Ten en cuenta que la frustración forma parte de nuestra vida; por lo tanto resulta beneficioso aprender a relacionarnos y a gestionarla de forma adecuada.
Las personas con baja tolerancia a la frustración suelen confundir sus deseos con sus necesidades. Cuando quieren algo, lo quieren ya y no son capaces de soportar el tiempo de espera que conlleva lograr un objetivo. Es por ello, que se suele relacionar la baja tolerancia a la frustración con la dificultad en el control de impulsos.
Aprender y desarrollar nuestra tolerancia a la frustración es un aprendizaje que se inicia desde la infancia y que nunca se acaba. Se necesita paciencia y perseverancia, pero el resultado merece la pena.
Tolerar la frustración significa poder enfrentar los problemas y limitaciones que tenemos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias e incomodidades que nos causen, lo que nos permitirá tener una vida más serena y equilibrada.
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