En la sociedad, existen muchos mitos sobre los psicólogos debido a ideas erróneas que han surgido a lo largo del tiempo promovidas por prejuicios, malentendidos y falta de información.
Estos mitos han repercutido de forma negativa a la profesión ya que puede hacer que muchas personas que realmente necesitan ayuda profesional, no la pidan o la aplacen hasta llegar a situaciones extremas que dificultan notablemente su vida cotidiana.
En este artículo, voy a tratar de desmitificar 8 frases que seguramente todo psicólogo ha escuchado en diversas ocasiones y no son ciertas.
1. Al psicólogo sólo van los locos.
Al psicólogo se puede acudir por diversos motivos y ello no implica que se esté loco o se sea débil a la hora de solucionar los problemas propios.
Creer que los que van al psicólogo están locos es un error. El hecho de pedir ayuda profesional es algo valiente y acertado. En nuestra vida cotidiana confiamos en diversos profesionales para ayudarnos en temas que no controlamos y en los que ellos son expertos.
Como por ejemplo, llevar al mecánico nuestro vehículo, al fontanero para que arregle alguna avería o a algún enfermero para que nos vacune. ¿Por qué no lo vamos a hacer en problemas emocionales?
Cuando se pretende hacer las cosas bien, lo ideal es delegar en profesionales.
2. Los psicólogos leen la mente.
Ni los psicólogos ni nadie tienen la capacidad de leer la mente de las personas. Si esto fuera cierto, no se necesitarían tests, técnicas ni hablar con el paciente, bastaría una “lectura mental” para conocer los problemas de la persona y se ahorraría bastante tiempo.
Por otro lado, como cualquier profesional, los psicólogos en su tiempo libre tratan de disfrutarlo sin pensar sobre los conflictos de aquellos que le rodean.
Si existiese este poder y lo dieran cuando te gradúas en psicología, sería agotador, puesto que tratar de leer la mente de toda persona con la que te cruzas no te dejaría tiempo para los problemas y disfrutes propios.
3. Los psicólogos «psicoanalizan» a las personas.
Obviamente, el psicoanálisis fue la primera corriente en surgir. Pero hay que tener en cuenta que existen otras corrientes / orientaciones psicológicas a parte del psicoanálisis por lo que no todos los psicólogos son psicoanalistas.
Cada una de esas orientaciones tiene unas técnicas concretas de trabajo, unos objetivos diferentes y, por tanto, un resultado.
Según la problemática o el resultado que queramos obtener, deberemos acudir a un psicólogo con una orientación determinada u otra.
4. El tiempo lo cura todo, no hace falta ir al psicólogo.
Es cierto que el tiempo ayuda a que la herida se cure y es importante en muchos casos ya que con el paso de éste podemos ver las cosas desde otra perspectiva. Pero también es necesario en la mayoría de ocasiones que se invierta en escuchar a nuestras emociones y es algo que no nos enseñan ni en la escuela ni fuera, por lo que acudir a un profesional que no enseñe es primordial.
Solemos cometer el error de dejar nuestras emociones de lado para que no duelan y esto provoca que, si no se han resuelto adecuadamente, se estanquen y se lleve una carga innecesaria durante más tiempo del correspondiente.
Acudir a un profesional que sea experto en las emociones, nos puede guiar y enseñar a convivir con ellas, y sobre todo, aprender a escucharlas y no retenerlas.
5. El psicólogo me va a cambiar tanto que ya no seré el mismo.
La personalidad depende de muchos factores y es algo que se va forjando y desarrollando durante toda nuestra vida, la cual empieza desde nuestra infancia.
El psicólogo no tiene poderes y no puede cambiarte de la noche a la mañana, sobre todo si tu no lo deseas. Durante la terapia, cambiarás sólo los aspectos que desees mejorar.
De hecho, si hay algo en tu vida que deseas cambiar y sigues haciendo lo mismo, obtendrás los mismos resultados. La clave está en conocerse desde aspectos que desconocemos de nosotros mismos y convertirnos en una versión mejorada de nosotros mismos.
6. Los psicólogos están locos, por eso estudiaron psicología.
Los psicólogos podemos recibir asesoramiento psicológico como cualquier otra persona, eso no significa que se esté loco, como ya hemos comentado más arriba.
Sin embargo, no es necesario que el psicólogo padezca todos los trastornos que existen para empatizar o entender a los pacientes y así poder ayudarlos. De la misma manera que un médico puede hacer un diagnóstico sin presentar la sintomatología de quien atiende.
Los motivos que llevan a una persona a estudiar la carrera de psicología pueden ser muy diversos. Desde una experiencia personal , ayudar a las personas o entender la psique, entre otros.
Por lo otro lado, la psicología tiene más de una salida laboral y no sólo se centra en la clínica, no todos los que estudian psicología terminan ejerciendo en clínica.
7. Un buen amigo es el mejor psicólogo.
Es cierto que los amigos y el apoyo social son un factor importante en nuestra vida y pueden ser un gran apoyo en los momentos más difíciles. Pero es importante remarcar la diferencia entre un amigo y un psicólogo. Ambos juegan un rol o papel importante, pero ninguno sustituye al otro.
El primero puede escuchar nuestros problemas y darnos consejos en función de su experiencia, pudiendo algunas de sus recomendaciones ser acertadas o bien ser contraproducentes para nosotros a largo plazo. Sin embargo, un terapeuta, es un especialista del comportamiento humano, y como tal, establece el tratamiento empíricamente comprobado más adecuado para cada caso.
8. Los psicólogos no se pueden enfadar.
Siguiendo esta misma lógica, un médico no se puede resfriar, un mecánico no puede tener una avería en su coche o un dentista no puede tener dolor en una muela.
Hay que tener en cuenta que los psicólogos nos enfrentamos diariamente a la carga emocional que supone escuchar los problemas de los pacientes. A pesar de que nuestra formación y profesión nos doten de habilidades en el control de las emociones y la gestión del estrés y los conflictos, no somos inmunes a tener malos momentos, cometer errores, enfadarnos, etc.
Fuera de la consulta, los psicólogos, como personas de carne y hueso nos emocionamos, gritamos, reímos, lloramos, y… tenemos defectos, pensamientos y emociones. Por que las emociones están para vivirlas y sentirlas, el problema es cuando se rechazan y alargan sin sentido ya que se enquistan y provocan daño.
Ante todo, hay que aprender a separar la vida personal y la profesional porque todos en nuestro trabajo somos y nos comportamos de una forma distinta a la personal.
Conclusión
Los psicólogos estamos acostumbrados a escuchar éstos y otros mitos sobre nuestra profesión, lo cual no quiere decir que escuchar , alguna de estas frases o incluso todas, sea agradable para nosotros. Primero porque no son ciertas y segundo porque perjudican a la profesión y a los pacientes que se puedan sentir estigmatizados y por ello rechacen la ayuda de un profesional.
Para evitar cometer este tipo de errores o prejuzgar, es importante que investiguemos antes y no nos dejemos llevar sólo por lo que escuchemos. La información es poder, si se usa correctamente.
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