¿Qué hace que dos personas que apenas se conocen se unan? ¿Cuáles son los pilares de una relación sana? ¿Consideras que tu relación es sana y tiene una buena base? Te invito a seguir leyendo y a que reflexiones sobre si tienes una relación de pareja sana o no.
Cada pareja le da más importancia a unos elementos en la relación que a otros, pero para tener una relación sana de pareja es fundamental que exista una base sólida en la que se apoye.
No es lo mismo construir una casa sobre una base de arena que sobre una de roca. En el primer caso, ante cualquier adversidad se vendrá abajo. Mientras que en el segundo caso, podrá resistir.
Esta metáfora también la podemos aplicar en una relación. Si mantenemos unos pilares firmes y sólidos que la sostengan, podremos superar las adversidades que se nos planteen, teniendo una relación sana.
En cambio, si no cuidamos y alimentamos esa relación y esos pilares, acabará habiendo fisuras y, por lo tanto, podría ser el fin de la relación.
¿Qué entendemos por una relación sana?
Las parejas pasan por distintas fases dependiendo del tiempo que lleven juntas. Al principio, en la etapa del enamoramiento es cuándo se conoce a la otra persona y dónde la tensión sexual es más fuerte.
Con el tiempo se van compartiendo vivencias, valores y se van creando un lenguaje y un entendimiento en común. Es cuando se empieza a crear un espacio común y en desarrollar un compromiso.
Conforme avanza la relación, se produce una mayor vinculación, compromiso y ganas de evolucionar juntos. Se buscan crear proyectos comunes de futuro y se crean acuerdos económicos y emocionales.
En este punto, si la relación es sana, ya no idealizamos a la otra persona. Si no que la aceptamos y queremos tal como es, con sus defectos y virtudes.
Empieza a no ser una relación sana cuando nos enamoramos de alguien en el cuál proyectamos nuestras idealizaciones. Es decir, cómo nos gustaría que fuese o se comportase.
El amor no se trata de cambiar al otro para que encaje en el concepto que tenemos de una relación. Se trata de crecer y madurar juntos y aprender en el camino.
Una relación sana no surge de la dependencia hacia otra persona que nos complete y en la que depositamos la responsabilidad de hacernos feliz. Cada persona debería estar completa por sí misma.
El amor es una elección que debe partir del estar bien primero con uno mismo, de amarse y respetarse a uno mismo y de disfrutar de la propia vida. Después de esto, es cuando estamos preparados para compartirla con un otro sin colocarle cargas y responsabilidades que sólo nos corresponden a nosotros mismos.
Hay un concepto horrible que seguro conoces. El de buscar tu media naranja. Y digo que es horrible porque realmente lo que esta frase está diciendo es que no eres una persona completa, sino la mitad. Y necesitas buscar a alguien que te complete para poder seguir adelante. Nada más lejos de la realidad.
Pero es verdad que si te basas en este principio y buscas a alguien que complete o rellene tu soledad o vacío, no crearéis una relación sana sino de dependencia.
Como bien dice Walter Riso «Ama cuando estés listo, no cuando estés solo».
5 pilares para una relación sana de pareja.
Amor.
Hay muchas definiciones del amor, tantas como personas que lo definan. Porque cada uno lo podemos vivir de forma distinta, incluso de distinta manera en función de la persona a la que amemos.
Lo que sí podemos afirmar es que para que haya una relación sana, uno de los pilares fundamentales es el amor. Dentro del amor, podemos encontrar dos elementos relevantes para que sea sano:
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Respeto.
El respeto en una relación se refleja en cómo se tratan ambos miembros de la pareja, incluido cuando no se está de acuerdo o se tiene una discusión.
El respeto trata sobre la libertad de ser uno mismo y de ser amado por lo que eres. Porque amar no es pensar ni opinar de la misma forma, sino encontrar puntos comunes donde uno pueda caminar junto al otro pero sin perderse a sí mismo en el camino.
El amor es una construcción constante de ambos miembros de la pareja. No es algo que aparece de repente, si no es el esfuerzo de los dos por crear una base en común hacia un proyecto de futuro conjunto.
En una relación sana, el respeto se manifiesta de distintas maneras como:
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- Hablar abierta y honestamente entre sí.
- Escuchar el uno al otro.
- Cumplir con los acuerdos y límites acordados.
- No gritarse ni insultarse.
- Valorar los sentimientos y necesidades del uno al otro.
- Darse espacio mutuo.
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Reciprocidad.
Para que el amor entre las parejas sea sano, éste debe ser bidireccional. Es decir, dar y recibir al mismo nivel. Lo de amar sin recibir nada a cambio queda muy poético pero no es realista. Cuando amamos a alguien, queremos recibir lo mismo que damos, se llama igualdad.
Una relación sana debe ser horizontal, de dos iguales en el mismo nivel. El conflicto viene cuando uno de la pareja, por la circunstancia que sea, está en un nivel distinto.
Hay que aclarar que dar y recibir al mismo nivel no implica que deba ser de la misma manera. Cada uno tenemos nuestro propio estilo de dar y recibir amor. Puede que uno sea más de comunicarlo diciendo “te quiero” y otro no sea tan expresivo verbalmente y prefiera demostrarlo con hechos concretos. Ambos son igual de válidos.
La diferencia es muy sutil (de ahí pueden venir conflictos en la pareja) ya que hay que analizar si realmente no se recibe lo mismo que se da (o a la inversa) o no se recibe de la forma que yo espero recibirlo. Aquí entra más en juego las expectativas que depositamos en el otro.
Intimidad.
La intimidad en la pareja es algo que se va generando a medida que se van compartiendo conversaciones, experiencias y nos abrimos con confianza al otro. La podemos dividir en tres apartados:
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Intimidad Intelectual.
La intimidad intelectual hace referencia a compartir creencias y valores o por lo menos, que éstos no sean contradictorios. No se trata de pensar de forma igual, ya que en la diferencia de creencias y pensamientos está la riqueza y la genuinidad de cada persona.
Este tipo de intimidad trata más bien de la compatibilidad de las mentes, en definitiva, de los gustos y valores. Y en que haya respeto mutuo en estas diferencias (si las hay).
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Intimidad Emocional.
Aquí podemos distinguir dos variables. Por un lado tendríamos el compartir las emociones y sentimientos que se generan en la propia relación sana, es decir amor, cariño, etc.
Por otro lado, tendríamos la parte donde podemos expresar libremente nuestras emociones, sentimientos y estado de ánimo causados tanto dentro como fuera de la pareja.
Esto es posible por la confianza, el respeto y el apoyo que percibimos de nuestra pareja e implica una escucha activa y una comprensión por parte del otro.
Aunque cabe destacar que, esta capacidad de expresar los sentimientos viene muchas veces influenciada por nuestras familias de origen. En si propiciaban esa comunicación o no. Si no se ha tenido, se puede modificar y aprender a hacerlo.
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Intimidad Sexual.
Aquí obviamente nos referimos a las relaciones sexuales. Es algo que va cambiando en función de la etapa en la que estamos, tanto a nivel de la pareja como a nivel individual.
La práctica sexual es un pilar importante en la pareja ya que es un momento de conexión y complicidad con el otro. Es algo que no compartes con nadie más (al menos en principio y según los pactos de la pareja). Es la llamada pasión, que hace que se unan dos personas y tiene su punto álgido al principio de la relación.
Es tan importante como las demás puesto que si no se cuida o se busca el complacer también al otro, pueden surgir muchos conflictos.
Confianza.
La confianza en una relación sana depende de muchos factores, pero yo destacaría sobretodo tres: Sinceridad, lealtad y fidelidad.
En las relaciones se necesita confiar en el otro y para ello es necesario que se sepa que la otra parte va a ser sincero con nosotros. La sinceridad es un elemento fundamental para tener una relación sana.
Se trata de la seguridad que se tiene en el otro para saber que va a estar y dar apoyo cuando se le necesite, tanto en las buenas como en las malas.
Sin confianza no se puede disfrutar de la relación y se cae en una ambiente constante de tensión creando inestabilidad e incertidumbre.
No hay que caer en el otro extremo: el exceso de confianza. Un exceso de seguridad puede llevar a descuidar a la pareja por creer que va a estar siempre ahí incondicionalmente. A la pareja hay que cuidarla siempre porque si no se marchita.
Además de la sinceridad, la lealtad y fidelidad son fundamentales para fortalecer la confianza, y están muy relacionados aunque no son lo mismo.
La lealtad es un concepto más profundo dentro de una relación. Consiste en ser honestos con la pareja y con nosotros mismos/as, tanto en las cosas que nos gustan como en las que nos disgustan. Incluso cuando ya no sentimos lo mismo por la otra persona, ser leal significa dar el paso de comunicárselo y no engañarlo u ocultar nuestros sentimientos.
Aunque ser fiel está ligado a no engañar a tu pareja con otra persona, sea a nivel físico u emocional, es un concepto que va más allá del engaño. Incluye también el evitar lo que puede dañar a tu pareja, hablar siempre con la verdad y ser transparentes.
Hay unos códigos en la pareja (implícitos o explícitos) que no se deben traspasar porque se quiebra totalmente la confianza. Y una vez la confianza se pierde, es muy difícil recuperarla, aunque no imposible. Pero requiere de mucho esfuerzo por ambas partes.
Comunicación.
Parece que todos sabemos que la comunicación en pareja es un factor muy importante, pero luego llega la realidad y vemos que la aplicamos poco. Y es que la comunicación, o más bien la falta de ella, es motivo de muchas discusiones o malentendidos.
Para que haya una relación sana, debe haber una comunicación sana y activa. Y no estamos hablando únicamente de una comunicación superficial como puede ser preguntar qué tal el día o qué has hecho hoy, que podemos tenerlo hasta automatizado.
Comunicarse en pareja es algo más profundo. Es expresar lo que se piensa y se siente en nuestro día a día, desde nuestro punto de vista. No sólo relacionado con la pareja sino también de forma individual.
No quiero decir con esto que tengamos que decir todo, absolutamente todo, lo que pensamos y sentimos a nuestra pareja. Debemos tener nuestra parcela individual. Pero sí expresar lo que consideremos oportuno y que afecte a ambos.
Algo que damos muchas veces por hecho (y es un motivo de conflicto) es que nuestra pareja tiene que saber lo que pensamos, necesitamos o queremos sin decirlo con palabras. Y lo más seguro es que la otra persona no se le haya pasado ni siquiera por la cabeza.
Por ello, cuando se quiera, se necesite o se desee algo de la otra persona es más fácil comunicárselo y dialogar que esperar a que lo adivine y frustrarnos porque no lo hace. Escrito suena muy lógico ¿verdad? Pues no ocurre siempre así.
Individualidad.
Hay un error muy frecuente que cometemos cuando pensamos en el concepto de pareja. Y es que una pareja tiene que hacerlo todo juntos. Esto ha impedido que se le dé la importancia necesaria a la individualidad dentro de la pareja. A tener cada uno su propio espacio.
Este es uno de los pilares básicos para tener una relación sana, que pocos conocen o le dan la importancia que se merece. Y es que si no hay individualidad en la pareja, con el tiempo se crea un desasosiego y desmotivación porque pasan a fusionarse en uno y con ello, se pierde la propia identidad.
Una relación sana debe tener un equilibrio entre los momentos de intimidad, en los que la pareja se va conociendo y creciendo juntos, y entre los espacios individuales de cada uno, donde pueda desarrollarse como individuo y seguir realizando con sus hobbies y quedando con sus familiares y amigos.
Cuando uno o ambos miembros de la pareja dejan de lado todo lo que hacía antes, es más fácil caer en la dependencia emocional. Empezamos a enfocarnos completamente en la pareja y descuidamos todo nuestro alrededor. Esto hace que terminemos necesitando a la pareja porque ella ocupa el 90% de nuestra realidad y, si falta, nos sentimos vacíos.
En cambio, cuando ambos se trabajan de forma individual a sí mismos y cuidan su autoestima, se convierten en individuos más completos y enriquecen más y mejor esa relación. Pueden relacionarse desde el respeto y el equilibrio y no desde la dependencia.
El principal objetivo de una relación sana.
Después de todo lo que hemos comentado, considero que para tener y mantener una relación sana es fundamental tener un equilibrio entre todas las partes en las que se sustenta y no descuida la relación dando por hecho cosas.
Como bien se dice, una relación de pareja es como una planta. Hay que regarla todos los días y mimarla para que no se marchite.
¿Consideras que los pilares de tu relación están bien cimentados?
Si no es así, recuerda que siempre se puede trabajar y mejorar cada uno de los aspectos. Una relación siempre está en construcción y podemos resolver cualquier grieta que se genere.
Y aunque pensemos que nosotros mismos podemos hacer la reforma de la pareja, es mejor contar con un profesional que nos dé un punto de vista objetivo y medie entre ambos.
Si lo deseas, podemos realizar una primera entrevista informativa y gratuita, sin coste y sin compromiso. Para que conozcas cómo trabajamos personalmente y valoremos tu caso para indicarte el tratamiento más adecuado para ti. Rellena el siguiente formulario o llama al 673 78 90 18. Te esperamos.