El papel y la trascendencia de la alimentación como un pilar básico de la salud y bienestar no constituye un tema novedoso sino que, como podemos ver recuperando la tan citada frase de Hipócrates, ya estaba presente a lo largo de la historia, y su validez está fuera de toda duda.
En cualquier caso, aunque todos estemos de acuerdo en su pertinencia, antes de comenzar a hablar propiamente de alimentación, es necesario situarnos en un marco más amplio que es el de Salud.
“Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”
Hipócrates
Salud y Bienestar: ¿Qué entendemos por Salud?
El Modelo Biomédico
Tradicionalmente hemos sido testigos de la supremacía del Modelo biomédico en el campo de la medicina científica con una concepción muy concreta de la enfermedad, la salud, los tratamientos, entre otros… Dicho modelo presenta una serie de características que cobrarán significado más adelante, cuando hablemos de alimentación, y que son las siguientes:
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Causa de la Enfermedad
Se considera que la enfermedad está causada por dos posibles factores:
- Elementos externos que atacan el cuerpo y generan cambios físicos en el mismo. En esta categoría entrarían los virus, bacterias, etc.
- Cambios físicos internos e involuntarios: genéticos, químicos, etc.
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Responsabilidad de la enfermedad
Vemos, por tanto, que si la enfermedad está causada por factores tanto externos como internos, que están fuera de nuestro control, no nos percibimos responsables de la enfermedad.
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Responsabilidad del tratamiento
La responsabilidad recae en los cambios físicos del cuerpo y en el experto, en este caso, el médico.
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Relación Mente-Cuerpo
La mente y el cuerpo, desde esta perspectiva, son entidades separadas, y por tanto los cambios que suceden en una no afectan a la otra.
Todas estas características son importantes para el tema que nos ocupa porque moldean una concepción de “salud como ausencia de enfermedad”. Si no estamos enfermos… será que estamos bien ¿no? A pesar de ser una afirmación que da de lleno con el sentido común, os propongo ir introduciendo ciertos matices:
- ¿Puede ser que tengamos una enfermedad, pero no nos sintamos enfermos? Probablemente no sea algo totalmente extraño y conozcáis a alguna persona diagnosticada que se encuentre como una rosa.
- Pero ¿y si pensamos en el caso contrario? En aquellas personas que se sienten enfermas a pesar de no tener una enfermedad diagnosticable. Es posible que también nos venga algún caso a la mente.
- ¿Y aquellas personas que tienen una enfermedad y no son reconocidos como enfermos?
Por tanto, después de estas preguntas comprobamos que el eje salud-enfermedad es un poquito más difuso de lo que pensábamos, ¿verdad?
Aunque, sin duda, este Modelo Biomédico ha permitido el avance de las ciencias de la salud a lo largo de los años en campos como la medicina o la psicología , vemos que ya no es adecuado para responder a nuestros interrogantes ni a las nuevas responsabilidad que se demandan a los profesionales de la salud.
El Modelo BioPsicoSocial
Actualmente, como contraposición, ha surgido el Modelo BioPsicoSocial, que supone una serie de asunciones:
1. Causa de la Enfermedad
Desde este modelo los seres humanos son considerados como sistemas complejos, y de ahí que la enfermedad esté causada por múltiples factores tanto biológicos como psicológicos y sociales.
2. Responsabilidad de la Enfermedad
Ya no solamente tenemos una serie de factores que están fuera de nuestro control, sino que hay una serie de variables, como nuestra conducta, que interactúan en el desarrollo de una enfermedad y, por tanto, incluyen al individuo. Por ello, pasamos a tener nuestra responsabilidad y a ser activos en el proceso.
3. Responsabilidad del tratamiento
En este caso, existe una corresponsabilidad entre el profesional de la salud y el individuo. Tenemos nuestra parte de responsabilidad.
4. Relación Mente-Cuerpo
Al contrario de lo que vimos anteriormente, aquí se considera que existe una interacción entre ambas.
Una nueva concepción de Salud: Salud y Bienestar
Todo ello pone de manifiesto una nueva concepción de salud, que recupera a su vez una definición de la OMS de salud como:
“Estado de completo bienestar físico, mental y social, no meramente la ausencia de enfermedad o de minusvalía. La salud es un recurso de la vida cotidiana, no el objetivo de la vida. Es un concepto positivo que subraya los recursos sociales y personales así como las capacidades físicas” (OMS, 1986)
Ambos modelos presentan una serie de ventajas a inconvenientes que a mi parecer reflejan la necesidad de comprender el alcance de cada uno de ellos de cara a mejorar la práctica clínica. Sin embargo, a mi juicio el Modelo Biopsicosocial ha introducido un concepto capital y clave para todo lo que vamos a tratar en los siguientes artículos, y que a su vez constituye otro marco fundamental desde el cual actuar que es el concepto de: Bienestar.
¿De qué hablamos cuando hablamos de Salud y Bienestar?
La definición de la OMS, que acerca la idea de salud al concepto de bienestar, pone de manifiesto que éste puede darse en una serie de dimensiones: física, mental y social.
Bienestar físico
No solamente implicaría la percepción subjetiva de que nuestras funciones fisiológicas no están menoscabadas, sino que parece razonable pensarlo como un funcionamiento óptimo tanto fisiológico como de la capacidad física del cuerpo para afrontar los distintos desafíos de nuestra actividad vital. Está intrínsecamente ligado con la salud mental positiva, ya que también heredamos del modelo biopsicosocial una relación de interacción entre el cuerpo y la mente.
Bienestar Mental
Lo cierto es que no existe una definición oficial de la salud mental, debido a factores como las diferencias culturales o la competencia entre diversas líneas teóricas aunque en los últimos años ha habido una eclosión de interés y estudios sobre el bienestar (Vázquez & Hervás, 2009) y se han desarrollado medidas de enorme importancia para acotar el concepto de salud positiva.
Este concepto también ha sido un tema tratado por diversas líneas teóricas que han pretendido abarcarlo, estableciendo así una serie de modelos de bienestar. Entre estos modelos se pueden citar el Modelo de las Tres Vías, de Martin Seligman, que posteriormente dará lugar al Modelo PERMA, la Teoría de la Autodeterminación de Ryan y Deci, o el Modelo de Bienestar Psicológico de Ryff entre otros.
Modelo de Salud y Bienestar de Corey Keyes
Por motivos prácticos utilizaré aquí un modelo bastante integrador propuesto por Corey Keyes, que tiene cierta analogía con la propuesta de la OMS (para los más interesados en la historia del estudio del bienestar psicólogico así como de la salud mental positiva y sus distintas líneas teóricas aquí encontraréis un artículo muy ilustrativo)
Pues bien, Corey Keyes plantea, en su Modelo de Salud y Bienestar, tres ámbitos o dimensiones en los que se expresa la salud mental (que podrían corresponder al bienestar mental y social de la OMS):
1. Bienestar Psicológico
Aquí el autor recupera la propuesta de Carol Ryff, en la que el bienestar se concibe como un funcionamiento humano óptimo en diversos aspectos:
Control ambiental
En un mundo de incertidumbre todos tenemos cierta necesidad de control y competencia en nuestro ambiente, de tener la capacidad de crear o elegir contextos que sean favorables y óptimos para nuestro desarrollo y sacar provecho de las oportunidades que se nos presentan.
Crecimiento personal
Implica tener la sensación de aprendizaje y de progreso, de que estamos mejorando en aspectos de nuestra vida y que somos capaces de darnos cuenta de estas mejoras a la vez que nos abrimos a nuevas experiencias.
Propósito en la vida
Aquí tenemos una dimensión más referente al significado y a tener objetivos en la vida. Que gobierne la sensación de que tenemos un rumbo y que tanto el pasado como el presente tienen sentido.
Autonomía
Está relacionada con nuestra capacidad de resistir las presiones sociales, manteniendo nuestra determinación y nuestra independencia. Por otra parte, también implica que podamos regular nuestra propia conducta así como que nos autoevaluemos con nuestros propios criterios.
Autoaceptación
Caracterizada por una actitud positiva hacia nosotros mismos en el que aceptamos tanto nuestros aspectos positivos como negativos y valoramos positivamente nuestro pasado.
Relaciones positivas
Relaciones estrechas y cálidas con los otros, en las que nos preocupe el bienestar de los demás. Que tengamos una fuerte capacidad de empatía, de afecto y de intimidad.
2. Bienestar Emocional
En esta dimensión incluiríamos un alto afecto positivo y un bajo afecto negativo, acompañado de una elevada satisfacción vital.
3. Bienestar Social
En este modelo se concibe el bienestar social como un elemento, que aunque se mide desde una perspectiva subjetiva, incluye criterios relacionados con el funcionamiento social y comunitario. Estaría relacionado con la medida en que percibimos nuestro entorno social y cultural como un ambiente que nos enriquece y nos satisface.
[bctt tweet=»La ausencia de malestar no implica presencia de bienestar.» username=»Serendipia_psic»]
La ausencia de malestar no implica salud y bienestar. Una idea que en el campo de la psicología, y concretamente de la salud mental positiva se materializó en la propuesta de Corey Keyes (2005), donde planteaba que la salud mental y la enfermedad mental no son los extremos de un continuo, sino que constituyen dimensiones distintas del funcionamiento humano.
Este matiz, que puede parecer anodino, es fundamental de cara a abarcar la salud y bienestar desde una perspectiva amplia, tanto en la práctica de los profesionales de la salud, como nuestras propias iniciativas personales. ¿Por qué es importante?, ¿qué implica todo esto?
Si cogemos como referencia el campo de la psicología, puede que aunque no cumplamos los criterios de una fobia social, no significa que tengamos unas habilidades sociales desarrolladas, con una comunicación empática y asertiva, que represente fielmente nuestra identidad y que nos aceptemos a nosotros mismos para de esta manera optimizar nuestras relaciones con los demás, facilitándolas y haciéndolas más sólidas y significativas.
En relación al campo de la salud física, la división en dimensiones del malestar y del bienestar parece un poco más escurridizo, ya que aunque nuestra forma de alimentarnos o nuestro sedentarismo no nos provoque malestar a corto plazo, puede ser un factor de riesgo para padecerlo a largo plazo. Por tanto, teniendo esto en cuenta, parece razonable pensar que, aunque no tengamos hipertensión o sobrepeso, no significa que nuestra alimentación sea protectora de cara a posibles enfermedades, que nos de energía y nos haga sentir vigorosos para afrontar nuestro día a día, que estemos nutridos de forma óptima o que nuestra capacidad física se manifieste cuando la necesitamos.
Por ello, teniendo claro de qué hablamos cuando aludimos a conceptos como salud y bienestar, ya hemos sentado las bases para que en el próximo artículo se erija la alimentación como protagonista y veamos de dónde venimos cuando hablamos de dieta, y sobre todo, hacia dónde vamos.
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